“Hay gente mucho mejor que yo, todavía me quedan muchas cosas por aprender y, al fin y al cabo, mi trabajo no es tan bueno. Quizás no debería cobrar mucho”… Si piensas así ¡dedícate a otra cosa!
En esto hemos caído casi todos, sobre todo al principio. Muchas veces pensamos no debemos cobrar mucho a los clientes. Nos justificamos con razones similares a éstas:
- “Tengo que hacer un portafolio”.
- “Es que ahora mismo no me llama nadie”.
- “Me lo puedo permitir porque mis gastos son muy bajos”.
- “No soy importante y no me van a pagar como a los grandes.”
- “Me gusta que me exploten”.
Si estas razones te parecen válidas, en serio, dedícate a otra cosa. Al pedir una miseria por tu trabajo (o trabajar gratis) no solo te haces daño a ti mismo sino a todos los que trabajan en tu sector.
Cuando tu único argumento de venta es el precio es muy posible que vayas por mal camino. Ten en cuenta de que siempre habrá otros que estarán dispuestos a hacerlo por incluso menos dinero que tú.
Intenta destacar sobre los demás por otras cualidades. Convence al posible cliente de que eres el que presta la mejor atención, o de que eres el mejor, o el más majo, o el más guapo, lo que sea, pero no vayas sólo al precio.
Vamos a empezar esta serie desterrando uno de los más manidos mantras, el de “mis gastos son bajos”. Esta es, con toda seguridad, una falacia de épicas dimensiones. Vamos a ver por qué.
¿Cuáles son tus gastos?
Es posible que cuando empieces tengas la oficina en casa, uses tu móvil particular, no te hayas dado de alta en la Seguridad Social, tengas software sin licencias, etc. Eso está muy bien cuando empiezas, cacho piratón, pero ¿qué pasará cuando vayas en serio y tengas esos gastos extra? ¿Subirás los precios a los clientes? ¿Mantendrás los precios? ¿Llorarás?
1) Los gastos fijos (de éstos no te libra ni un justificante de tu madre)
Empecemos por los gastos fijos, esos gastos que tendrás consigas clientes o no.
Ejemplos de gastos fijos:
- Salarios del personal fijo (porque la esclavitud está prohibida en casi todo el planeta).
- Autónomos o gastos de la Seguridad Social de la empresa: ah ¿que no tienes ninguno de éstos? Muy interesante… ring, ring, hola ¿hablo con Inspección de Trabajo?
- Asesoría. Dicen que hay algunas asesorías buenas.
- Tus herramientas: desde un martillo a un ordenador.
- Alquileres (para aquellos que NO empiezan en el garaje de sus padres).
- Licencias de software (sí, hay gente que compra licencias de software).
- Luz (salvo que uses un generador a pedales), teléfono, Internet y similares.
2) Gastos variables (si te van mal las cosas al menos no sufrirás a éstos)
Éstos son los gastos que solo tendrás cuando te salen trabajos.
Ejemplos de gastos variables:
- Desplazamientos: en coche, en transporte público, en teletransporte cuántico, etc.
- Fungibles: tinta de la impresora, clavos, cinta de embalar, donuts o lo que sea que necesites para sacar el trabajo adelante.
- Servicios o personal que tengas que contratar para sacar adelante un trabajo puntual.
- Otros (esto es lo que se suele poner cuando no te apetece pensar más).
Tus horas de tiempo dedicadas podrían ser un gasto variable pero eso ya lo veremos más adelante.
3) Los gastos para vivir y esas cosas sin importancia
Imagino que, aparte del trabajo, querrás tener una vida. Para eso hace falta dinero.
La mayoría de los humanos tenemos la fea costumbre de necesitar alimentos y agua para sobrevivir. Hay quien asegura que es capaz de hacer fotosíntesis, pero olvidemos a esos afortunados por ahora.
Quizá también tengas una hipoteca o un alquiler que pagar. Está la opción de vivir con tus padres o buscar una solución estilo Diógenes.
También tendrás otros caprichos, como no pasar frío en invierno, llevar ropa, etc. Eso también cuesta dinero.
Los hay que incluso quieren tener vida social, salir de cañas y pintxos, ir a conciertos o al cine, disfrutar de unas vacaciones, etc.
Calcula cuánto necesitas al año para vivir dignamente (claro, la idea de dignidad varía mucho de una persona a otra).
4) Otros gastos
¿Los conocimientos que tienes te fueron otorgados por el mágico toque de la diosa Atenea o son fruto de horas de trabajo y esfuerzo? Si eres de los primeros, por favor, comparte tu secreto. Si eres de los segundos deberías valorarlo como un gasto (por mucho que hayas disfrutado aprendiéndolo).
¿Estuviste durante años ayudando a tu padre en su taller? ¿Has estudiado una carrera? ¿Has trabajado como “becario” para aprender tu profesión? ¿Has leído un montón de libros o de webs para aprender? Todo eso tiene un coste (sea en dinero o en horas de tu vida) así que debemos tenerlo en cuenta.
Ya tienes los números para empezar a hacer cálculos. En la próxima entrada vamos a coger la calculadora y empezar a echar cuentas.