“Como en cualquier tienda de la calle una mala respuesta puede arruinar una venta. Aprovecha la potencia que te ofrece el correo electrónico para espantar a tus potenciales clientes”
Si queremos dar una mala imagen al contestar un correo electrónico hay unas normas fundamentales que debemos seguir:
El saludo
¿Hola? ¿Buenos días? ¿Estimado XX? ¿Qué es esto? ¿Acaso nos conocemos o somos amigos? Ve al grano, no pierdas el tiempo tecleando tonterías. Evita saludar en tus emails. Eso añadirá un pequeño extra a la actitud distante que estás buscando.
Tu firma
¿Para qué narices quiere el cliente saber con quién está contactando? ¿Acaso les importa tu vida? ¿Son tus amigos? Claro que no, así que ni se te ocurra poner tu nombre. Eso podría hacer el email más cercano y personal y es algo a evitar.
La actitud
Las palabras “gracias”, “por favor” y similares van a hacerte mucho daño en tu camino hacia el fracaso. Elimínalas de tu diccionario.
Recuerda, el cliente debe saber quién manda. Una mala actitud es siempre un punto a tu favor.
Aprovecha tus momentos de ira o de frustación para contestar. Y jamás de los jamases revises los emails antes de enviarlos ni rebajes el tono de los mismos.
¿Recuerdas al tendero borde y maleducado que gruñía en lugar de saludar? Sí, ese a cuya tienda solo ibas cuando no te quedaba más remedio. Ese que te “perdonaba la vida” cuando te atendía. Úsalo como fuente de inspiración cuando te comuniques con tus aspirantes a clientes.
Olvídate de la paciencia
Un email con dudas se puede aguantar. Dos o más no. Si, por algún extraño motivo, tienes la debilidad de contestar a las dudas de un cliente no permitas que vuelva a escribirte con sus tonterías.
Recuerda, tu tiempo es muy valioso, no puedes perderlo con las bobadas de tus clientes.
¿Dónde vas? Manzanas traigo
Esta es otra de las reglas de oro. Si el cliente pregunta algo contesta algo que no tenga nada que ver. Déjale bien confuso.
Y, cuando el cliente hace varias preguntas, siempre es un extra dejar varias sin contestar. Como si no las hubiera preguntado. Y si insiste vuelve a contestar igual. Seguro que eso va a frustarle.
Si discutes con el cliente ten siempre la última palabra
Si te enzarzas en una discusión con el cliente (aprovecha todas las ocasiones posibles) procura tener siempre la última palabra.
Dicen que una discusión ganada es un cliente perdido. ¡Ahí lo tienes! Gana el máximo posible de discusiones.
Recuerda la regla de oro: “Tú tienes siempre la razón”.
El tiempo de respuesta
Es fundamental demorar la respuesta a los emails hasta provocar la impaciencia de los clientes. Si contestas antes de una semana podrían pensar que estás ansioso por hablar con ellos.
Un tiempo adecuado de respuesta son quince días. Y suma quince días adicionales por cada email extra que envían reclamando una respuesta. Que aprendan a no ir por la vida exigiendo. Si necesitan atención o se aburren que se compren un mono.
La ortografía
El corrector ortográfico ¡siempre desactivado! No dejes que tal invento del demonio interfiera en tu trabajo.
Aunque parece que hoy en día la mala ortografía es un parámetro que los clientes valoran cada vez menos es un arte que no debemos olvidar. “Una vuena falta ortográfica siempre a porta ese pequeño extra que proboca el rechazo que estamos vuscando”.