¿Soy tonto?

Seguro que te has visto en esta situación: alguien, normalmente alguien que te quiere convencer de algo, te está dando una explicación que no llegas a entender. Su lógica parece aplastante pero en algún punto te pierdes. Así que empiezas a preguntarte ¿Es que soy tonto?

Puede que muchas veces te sientas así pero no, seguro que no lo eres (en la mayoría de los casos). Lo que suele ocurrir es que no quieren que les entiendas.

Pasa mucho, por ejemplo, con comerciales que usan palabras y términos confusos que se escapan a tu comprensión. Seguro que te has visto más de una vez en una situación parecida… un comercial (sea del ramo que sea) te está presentando un producto maravilloso que no acabas de entender. Haces preguntas para aclarar porque se te escapa pero sus respuestas no hacen más que alejarte de la comprensión. Al final desistes y aceptas que no entiendes por que tu nivel de inteligencia no es el suficiente. Pero no, recuerda, no eres tonto. Es esa persona la que no quiere que la entiendas.

También pasa en charlas, conferencias y talleres. Hay gente que realmente no quiere compartir lo que sabe (¿entonces para qué organizas una formación?), solo quiere lucirse, o sencillamente no tiene ni idea de lo que habla. En ambos casos suele usar mucho bla-bla, mucha jerga, mucha sigla, abuso de palabras en inglés y palabras incomprensibles. Si no eres un experto en el tema seguramente no entenderás nada y aceptarás su palabra como una verdad inapelable. Te repito, no eres tonto, si no entiendes puede que tu interlocutor no quiera que lo hagas.

La razón oculta

Claro, te preguntarás ¿y por qué alguien va a hacer algo parecido? Pues siempre hay una razón oculta:

  • Te quieren engañar. Yo voto por ésta en la mayoría de las ocasiones.
  • No tienen ni idea de lo que están hablando. Si ellos no lo entienden ¿cómo van a trasmitir la idea?
  • Algo muy oscuro y retorcido que es mejor que el mundo no conozca.

¿Qué hacer?

No dejes que se salgan con la suya. Yo cuando me huelo una situación así les abraso a preguntas. Y si es necesario repito la misma pregunta una y otra vez. Hasta que se aburran y lo dejen por imposible y reconozcan la verdad. O, si no tengo tiempo o paciencia, les mando a la porra y listo.

Suelen jugar con la ventaja de que habrá otros que, como tú, no entiendan. Pero ellos pero no quieren parecer idiotas y se rendirán rápido e incluso les apoyarán. Y les apoyarán mucho porque no querrán reconocer que se habían equivocado.

Así que insiste e insiste. Si algo no entiendes no te rindas. Y si, al final ganan, puedes esperarles a la salida… (no, yo no he dicho eso).

Una anécdota: La producción decreciente que aumentaba

Hace años trabajé en una empresa donde tenían un tremendo stock de un determinado producto terminado al que no daban salida. Se hizo un plan para dejar de producir ese tipo de producto, producir solo bajo demanda (o al menos producir solo cuando se llegasen a unos mínimos de stock). Era un plan impecable.

Dos meses más tarde de aplicar el plan el stock había cambiado… ¡ahora era el doble! Tuvimos al jefe de producción, al director comercial y a otros involucrados explicando, turno por turno, por qué había aumentado el stock en lugar de reducirse. Todo sonaba muy bien, la argumentación estaba muy bien hecha y, cuando terminaban, te quedabas con la sensación de que era lógico… la producción se había ralentizado pero el stock seguía aumentando. Pero espera, ¡algo no cuadra! Por mucho que preguntásemos no había manera de entenderlo y empezaron los nervios y las miradas de reproche.

Un tiempo más tarde descubrimos la verdadera razón; Algunos implicados se llevaban una generosa prima por producción. Éstos, al explicar la situación razonaban de manera difícil de seguir, así que algunos, para no parecer tontos lo aceptaban. Así, la mayoría se rendía ante unos argumentos que contradecían la realidad.

P.D.: La empresa quebró.

Imagen de Ryan McGuire

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